Uno de los logros de la Rebelión de los Comuneros –hecho de gran trascendencia en la historia de Colombia– fue el control de los costos del papel sellado, que entonces servía para darles validez a los documentos públicos utilizados para adelantar trámites judiciales o administrativos. La historia del papel sellado se remonta siglos atrás, pero el episodio en Colombia es ‘tan reciente’ como las últimas 2 décadas de 1700. Lo que llama la atención es que más de 200 años después, el papel sellado sigue siendo utilizado en al país como mecanismo para darles validez a los documentos.
Y los riesgos no son pocos. No con el ánimo de agregar una preocupación más a la paranoia causada por el COVID-19, hay que decir que la seguridad que ofrece el papel sellado es poca frente a la facilidad que existe hoy día para falsificar firmas y documentos con los que se puede hacer un trámite fraudulento, pero que de todas formas puede terminar siendo reconocido como legal.
Así lo explica Milton Quiroga, gerente general de la firma Cyte, quien menciona solamente algunos casos de la vida real que ilustran el fenómeno: personas que ponen en venta el apartamento de otras, cupos de taxi que se venden sin que el propietario del vehículo se entere, universidades que años después otorgan títulos con honores a estudiantes que se graduaron décadas atrás, pero que necesitaban la certificación ‘actualizada’ para acceder a un beneficio… Todo eso se puede hacer de manera relativamente fácil cambiando los registros de una base de datos.
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